En el auto estacionado frente a mi casa

En el auto estacionado frente a mi casa
Esa tarde estaba en mi casa con mi esposo, cuando vi por la ventana que un auto se estacionaba frente a nuestra casa.
Pude comprobar que adentro estaba Ramiro, mi nuevo amante.
Lo había conocido un par de semanas atrás en el gimnasio y, desde el primer día, había estado cogiendo con él, cada vez que me lo pedía…

Víctor estaba sentado frente a la mesa del comedor, verificando unos documentos en su computadora.

Tratando de decirlo de una manera casual, le avisé que mi amiga Helena estaba afuera con el auto y que saldría a conversar con ella allí mismo.

Iba vestida con una bata corta y una breve tanga; ya que un rato antes me había dado una ducha; masturbándome mientras pensaba en Ramiro…

Al entrar al auto mi amante se abalanzó sobre mi cuerpo. Me dio un intenso beso de lengua y me dijo que estaba muy sexy en esa bata. La abrí de par en par, para mostrarle que estaba en bolas debajo. Le dije además que mi cuerpo era suyo y que hiciera con él lo que se le antojara…

Ramiro miró hacia la casa a través de los vidrios polarizados del auto y preguntó por mi esposo, ya que su coche estaba estacionado frente al garaje. Lo tranquilicé para que se relajara y le mentí diciendo que Víctor no estaba adentro.

Mientras le decía eso, comencé a desprender su bragueta y encontré su verga ya bien erecta, lista para darme placer. Me incliné sobre su regazo y empecé a lamer la punta de esa pija gruesa y endurecida. Me encantaba.

Ramiro sujetó mi cabeza por la nuca y fue guiándome sobre su pija. Yo la lamía por todo el tallo y le daba unas tremendas chupadas cada vez que me la metía dentro de la boca.

Finalmente estuvo bien dura y lubricada con mi saliva. Entonces me quité la tanga y me monté sobre su cuerpo.
Descendí sobre la verga de Ramiro, hasta sentir que la punta de esa gruesa cabeza entraba en contacto con mis labios vaginales. Continué descendiendo, gimiendo de placer mientras sentía esa cosa enorme invadiendo mi concha…

Ramiro me sostuvo por mi cadera, mientras yo subía y bajaba sobre su pija, cada vez tomando más ritmo y velocidad.

Empecé a gemir como loca, mientras mi cuerpo se agitaba sin control por momentos. Mi amante lamía mis pezones endurecidos y eso agregaba todavía más placer a la tremenda cogida que me estaba dando.

Finalmente Ramiro me sostuvo por la cintura, con su verga bien enterrada a fondo de mi vagina. Entonces sentí que esa cosa enorme tenía su propio pulso y, de repente, comenzaba a hacer erupción dentro de mi cuerpo…

Su semen era hirviente y me encantó recibirlo en mi agradecida concha.
Cuando terminó su acabada, Ramiro liberó mi cintura para que yo pudiera seguir balanceándome sobre su verga bien dura.
Unos segundos después, mi cuerpo fue recorrido por una especie de corriente eléctrica, que me hizo aullar y dar alaridos como una perra.

Después de mi orgasmo caí exhausta sobre el torso de mi amante y le agradecí ese polvo que me había echado con tantas ganas.

Le pregunté cuándo volvería a pasar por mi casa. Víctor hacía rato que no viajaba y por eso necesitábamos hacerlo con cuidado y discreción.
Ramiro sonrió y dijo que tenía una sorpresa para mí.
Tecleó un mensaje en su celular y me dijo que esperásemos un minuto.

Poco después la puerta trasera se abrió y un negro enorme entró al auto. Nos saludó con un marcado acento portugués y Ramiro lo presentó como su buen amigo Joaquim; un estudiante brasileño de intercambio.

Joaquim me dijo que jamás había cogido con una mujer blanca y que Ramiro lo había invitado a participar de nuestro encuentro furtivo…

Sin decir palabra, bajé del auto y entré al asiento trasero con el brasileño.

Joaquim desprendió los botones de mi bata y comenzó a juguetear con mis tetas, lamiendo y mordisqueando mis pezones erectos. Saqué una enorme verga negra de sus pantalones de gimnasia y no pude evitar un aullido de admiración cuando vi ese tamaño…
Sin perder tiempo me monté en su regazo, corrí la tanga a un lado y fui deslizando mi cuerpo sobre esa magnífica pieza de ébano duro. Era mucho más gruesa que la de Ramiro y Víctor. Me causó un placer indescriptible mientras avanzaba dentro de mi concha.

Comencé a balancearme sobre su cuerpo y muy pronto tuve un intenso orgasmo. El negro me aferró por la cintura y comenzó él a dirigir el ritmo de esa tremenda cogida.
Cerré los ojos y escuché ruidos de puertas que se abrían y cerraban. Las manos de Ramiro tomaron mis tetas desde atrás y pronto su verga dura comenzó a presionar entre mis cachetes, buscando mi entrada anal…

La doble penetración fue intensa. Entre los tres logramos empañar los cristales del auto, a puro gemido y suspiro. Apenas tuve mi segundo orgasmo, mis dos amantes acabaron casi al mismo tiempo.

Me quedé un rato aprisionada entre ambos cuerpos, sintiendo su calor y las pulsaciones de sus corazones… Luego me levanté y acomodé mi bata.

Me despedí de ambos, haciéndoles prometer que, la próxima vez, nos encontraríamos en un lugar más cómodo que el asiento trasero de un auto.

Al entrar a casa, con semen deslizándose entre mis muslos, encontré a mi adorado esposo, que sostenía el tubo del teléfono, ofreciéndomelo.

Con cara de bronca y suspicacia, me dijo que llamaba Helena…

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