Ana y una película muda

Creampie

Ana y una película muda
Ana y una película muda

Era un lunes algo nublado y desapacible. Mal comienzo para la semana, pero aquella tarde había terminado mi trabajo temprano en la oficina y tenía permitido retirarme entonces.
Víctor estaba de viaje por un par de días, así que decidí entrar a un cine antes de regresar a casa; realmente no estaba de humor como para encerrarme sola el resto de la tarde en nuestro hogar.
Al llegar allí vi un panorama desolador, aunque pensándolo bien, era bastante lógico que un lunes por la noche no hubiese nadie en el cine a esa hora. Pensé que sería mejor de esa manera, con menos gente ruidosa se podría disfrutar mejor.
Me llamó la atención una película que parecía diferente a las demás, su cartel era simple, aparentemente era la única romántica entre todas las demás bélicas o de ciencia ficción. Era ideal para relajarse y dormirse, si hacía falta…
Me encontré sentada en la sala totalmente sola, no había ni un alma, ni tan siquiera vino el acomodador a echar un ojo para ver si alguien necesitaba algo.

Las luces se apagaron y comenzaron los anuncios de algunas publicidades, todavía con la sala apenas iluminada. Pude ver entonces que había otras tres personas desparramadas delante.

Al comenzar la película se apagaron totalmente las luces y entonces presentí que había alguien sentado en la misma fila que yo, a unos asientos de distancia.
No conseguía ver nada pues todo estaba demasiado oscuro, pero finalmente con los títulos de la película giré la cabeza y miré en esa dirección.
Pude ver su perfil perfectamente; era un apuesto joven rubio, que andaría apenas por los veinte años nada más; era atlético y bastante musculoso, además de parecer muy alto.
De repente regresó la oscuridad a la pantalla y cuando reapareció la luz, el hombre estaba sentado junto a mi asiento, rozando mi hombro con el suyo. Alcancé a sentir su respiración sobre mi cuello y casi enseguida una de sus manos tocando mis rodillas, intentando separarlas para entrar entre ellas.

Casi como un juego, traté de mantener mis piernas cerradas, pero la presión que hacía su mano era bastante y finalmente sonreí en la oscuridad al aflojar mis músculos y permitir que el tipo pudiera pensar que había vencido mi resistencia.
Traté de concentrarme en la película, mientras sentía que sus dedos ahora acariciaban el interior de mis muslos por debajo de mi falda. Ese día había elegido una pollera liviana de algodón que dejaba al descubierto mis rodillas. Llevaba una breve tanga de seda negra, que apenas cubría mi vulva…
Pronto el joven rubio llegó adonde esperaba: mi tanga negra… Con bastante habilidad la corrió apenas a un costado y entonces sentí la punta de sus suaves dedos intentando abrir mis labios vaginales. Quise facilitarle la tarea y entonces separé un poco más mis muslos. Entonces no pude evitar dejar escapar un suave gemido, al sentir que sus dedos ahora entraban con facilidad en mi humedecida vagina, explorándome, invadiéndome, haciéndome sentir una verdadera puta…
En la penumbra podía adivinar su rostro, ahora con un gesto de concentración mientras intentaba darme placer. Sus dedos se movían expertamente dentro de mi concha, provocándome un placer inaudito; su experiencia me parecía increíble por ser tan joven. Sentía sus dedos cada vez más adentro de mi cuerpo, cada vez que entraban me arrancaban un gemido de placer. Ahora eran tres, los tres juntos como un verdadero ariete intentando derribar el muro de una fortaleza sitiada…
Mis gemidos eran cada vez más fuertes, ya no iba a resistir más tiempo sin abrir mi boca y aullar como una perra en celo. Esa mano experta me estaba volviendo loca. De repente me comió la boca en un beso profundo, justo cuando mis labios se abrían para gritar y aullar de placer… Su lengua se fundió con la mía y eso, sumado a los movimientos de sus dedos en mi vagina, me provocó el orgasmo más intenso de los últimos tiempos. Mis jadeos y aullidos quedaron ocultos entre sus labios, que ahora mordían los míos, mientras sus expertos dedos seguían entrando y saliendo de mi concha, ya mucho más que humedecida, casi chorreando a mares mis propios jugos…

El chico notó que yo había acabado; sacó sus dedos de mi concha y los lamió con deliberada lentitud, mientras me miraba de reojo. Luego acercó sus labios a mi oído y susurró muy suave:
“Puta…”
Luego se incorporó, me tomó por la nuca y me obligó a levantarme, haciéndome girar en el aire hasta quedar con mis rodillas sobre el asiento, apoyando mi pecho sobre el respaldo. Sentí que sus fuertes manos levantaban mi falda y antes de que pudiera reaccionar, su dura verga entró entre mis labios vaginales en un solo empujón, haciendo que mi boca se abriera para gritar de sorpresa y dolor
“Aaaahhhh…” Alcancé a gemir, porque pronto sus manos aferrando mis caderas me imprimieron un ritmo de bombeo enloquecedor… me estaba cogiendo como nunca me habían cogido, ni siquiera mi Víctor lo hacía así, con ese estilo tan salvaje y brutal.
En apenas dos minutos me arrancó otros dos orgasmos increíbles y mientras sentía la ebullición del tercero, el chico me sostuvo con firmeza y se vació dentro de mi concha. Su semen caliente me llenó y enseguida comencé a sentir que salía y se deslizaba entre mis muslos abiertos.

Me quedé recostada contra el respaldo, en la oscuridad, vencida y agotada, recuperando la respiración. Unos segundos después abrí los ojos y me encontré sola; mi joven amante había desaparecido en silencio. Me dolía un poco el cuerpo, mi concha ardía y podía sentir ese líquido todavía caliente y pegajoso deslizándose entre mis piernas…
Todavía tenía otro par de días libres antes de que mi fiel Víctor regresara…. Creo que iba a ver alguna otra película muda entonces…

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