Vacaciones muy movidas, el regreso

Vacaciones muy movidas, el regreso
Vacaciones muy movidas, el regreso

Esa mañana no sabía cómo encarar a Víctor. Seguramente él iba a pedirme explicaciones de por qué yo no estaba en la cama a su lado cuando se despertó, pero por otro lado, yo no me animaba a decirle que había presenciado toda la escena cuando Fernando lo había convencido para mantener esa tremenda cogida anal que había protagonizado.

Decidí no decir nada y esperar que todo siguiera su curso normal. Fui hasta nuestra habitación, me deslicé dentro de una reparadora ducha y luego me calcé un micro bikini muy atrevida, que apenas me cubría los pezones y mi pubis bien depilado. Un pareo muy sexy completaba mi atuendo. Bajé a desayunar y encontré a Víctor que disfrutaba de un café cerca de la piscina.

Me besó alegremente, pero no me preguntó dónde había estado toda la mañana.

Disfrutamos un rato más del sol y la piscina. Luego de almorzar algo liviano regresamos a nuestra habitación, donde Víctor me arrojó a la cama, me arrancó la ropa a manotazos y me cogió con desesperación, hasta llenarme la concha con su semen hirviendo. Luego de reponernos con una buena siesta, nos dispusimos a armar las valijas para el viaje de regreso, ya que nuestro vuelo era a las siete de la tarde.

Llegamos un rato antes del vuelo al aeropuerto, despachamos las valijas y nos sentamos a tomar un café mientras esperábamos el llamado a embarcar.
Me levanté para ir al baño de damas, pero no llegué a destino. Cuando pasaba frente al de caballeros, una mano salió desde la puerta de entrada y me arrastró hacia adentro.
Dejé escapar un grito de sorpresa, pero entonces me encontré frente a frente con David, que me comió la boca en un beso profundo y húmedo.
Me dijo que había venido a despedirse y me arrastró hasta una de las cabinas, haciéndome arrodillar frente a él. Sacó su endurecida verga y me la hizo tragar hasta el fondo de mi garganta. Me bombeó unos minutos hasta acabar, ordenándome que me tragara hasta la última gota.
Después desapareció en silencio, dejándome ahí abandonada.

Ya dentro del avión me relajé bastante, cerré los ojos mientras pensaba en los buenos momentos que había disfrutado en brazos de otros cuatro hombres además de los de mi esposo. La concha se me humedeció al recordarlo.
Por otro lado, sabía que Víctor ahora había experimentado su primera relación homosexual y eso me preocupaba un poco. Tal vez no lo repetirá nunca más, pero también era posible que esa dura verga en el culo le hubiese despertado ciertos instintos todavía dormidos.

El avión finalmente despegó y enseguida sirvieron unos tragos y algo de comida. En un momento me levanté de mi asiento para ir al baño. Antes de poder cerrar la puerta, una mano me empujó adentro y alguien se metió detrás de mí. Quise gritar, pero una suave mano me tapó la boca.
La puerta se cerró y alguien me susurró al oído: “Me extrañaste putita?”. No reconocí la voz, aunque era evidentemente de un argentino, su mano seguía en mi boca, así que no pude contestarle. A través de mi vestido liviano podía sentir una dureza que presionaba contra mi cola.
Un desconocido iba a cogerme en el baño de un avión!!.

Su cuerpo apretaba el mío contra el lavatorio, pero no podía ver su rostro porque faltaba el espejo. La otra mano se deslizó entre mis tetas, acariciando mis pezones a través del vestido.
La misma mano se deslizó hacia abajo, llegando a mi pubis y corriéndome mi tanga a un costado. A esa altura ya mi concha estaba humedecida y mi cerebro pedía una pija a gritos.
“Ahhh ya estás completamente mojada, putita linda” dijo la voz desconocida.

Me bajó la tanga hasta casi las rodillas y pude sentir entonces una dura verga que trataba de meterse entre mis labios vaginales. La lubricación hizo el resto. De repente sentí que ya tenía gran parte de esa pija dentro de mi concha. Un par de embestidas después la noté a fondo.
El tipo comenzó a bombear, provocándome un placer inusitado.

Alguien intentó abrir la puerta, pero desistió al encontrarla trabada. Yo esperaba que no fuera Víctor, preocupado por mi demora. Estaba disfrutando la cogida de una manera increíble.
En menos de tres minutos alcancé un orgasmo brutal, excitadísima por el morbo de estar encerrada en el baño de un avión con un perfecto desconocido. Mis gemidos y aullidos fueron apagados por esa mano que seguía apretando mi boca.
El tipo tampoco aguantó mucho tiempo más. Un minuto después pude sentir su semen caliente invadiendo mis entrañas. Se movió todavía un poco más adentro de mi cuerpo, hasta que su verga perdió un poco de rigidez y entonces se salió, liberándome de su mordaza.
Giré para confrontarlo y me encontré con sorpresa que era Fernando.
“Hijo de puta, qué estás haciendo en este mismo avión?” le pregunté con sorpresa y bronca.
“Lo mismo que ustedes, Anita, regresando a casa… pero no podía perderme este último polvito”.

Le dije que era mejor que Víctor no lo viera; podía sospechar algo si nos encontraba cerca.
Además le conté que mi esposo había reaccionado raro luego de la cogida bajo sus manos.
Fernando se rió “Es que le gustó bastante, ya me va a buscar cuando quiera repetirlo”
.
No me dejó tiempo para contestarle, me hizo girar otra vez contra el lavatorio y me dijo al oído.
“Se me puso dura otra vez, nena, ahora quiero darte por ese culo redondo y hermoso”.
Esta vez me arrancó la tanga de un tirón y se la guardó en un bolsillo. Me lubricó la entrada del ano con su saliva y sin perder tiempo me penetró brutalmente hasta el fondo en dos embestidas.
Después de llenarme el culo de semen no me permitió ni siquiera limpiarme: “Quiero que vayas con tu maridito chorreando mi leche, así recuerda el buen momento que le di esta mañana”.
Lo insulté pero me comió la boca en un beso húmedo que me dejó completamente loca.

Volví a mi asiento, un poco incómoda porque sentía el semen deslizándose por mis muslos, pero el vestido era bastante largo y seguramente nadie lo iba a notar. Así caliente todavía y bien humedecida me senté junto a Víctor, que estaba perdido en sus propios pensamientos…
El resto del vuelo fue sin problemas.

Yo también me quedé algo adormilada, mientras pensaba que, de vez en cuando, tendría que llamar a David y Fernando. Me imaginaba que Víctor también lo haría por su lado…

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