Lugares aún más recónditos

Lugares aún más recónditos
Cuando salí del coche pude ver entre la oscuridad a doce o catorce hombres. La mayoría eran mayores, incluso alguno ya viejo, gordos, o al menos con barriga abultada, un par de ellos tenían aspecto de mendigos, la verdad sea dicha, no sé si esta puede ser una buena opción para todos aquellos que necesiten alivio. También alguno un poco más joven, pero no muy guapo por cierto, tres negros que tenían pinta de ser de esos que venden por la playa y no acerté a ver más. El panorama no era alentador precisamente, pero todos tenían en común una mirada lasciva y un deseo de hembra que se podía cortar en el ambiente, y yo no buscaba allí a George Clooney, tan solo ser mirada, deseada y poseida con ansia lasciva y a****l. Ese era el lugar idóneo.

Rafa me cogió por los hombros y me dijo, “eres su reina, su diosa, son todos espectadores ansiosos de que comience el espectáculo”. Sus manos bajaron por mis costados ajustando mi vestido al cuerpo, las tetas se hicieron más visibles, mis pezones, marcados en el vestidos empezaron a abultarse más y más. Rafa empezó a magrear mis muslos, dejando a la vista de mis lascivos espectadores mis piernas. Alguno tenía la polla en la mano y se la estaba cascando, otros no, miraban, sonreían, se acariciaban el pantalón.

Rafa se colocó detrás de mí, besó mi cuello, mi oreja derecha y me bajó la cremallera del vestido. El auditorio se removió inquieto, lentamente deslizó un hombro, luego el otro y fue dejando caer el vestido con suavidad al suelo. Yo, completamente desnuda, mis bragas habían quedado tiempo atrás en el coche, miraba fijamente los ojos de esos tipos que me querían comer con la mirada.

“Miren bien señores, que deliciosa puta les he traído, es una mujer de lujo, jefa responsable y cumplidora de un departamento con más de quince personas a su cargo, esposa obediente, sumisa cumplidora y madre de tres hijos adorables. Esta noche me la voy a follar delante de ustedes” Los comentarios ya no paraban, había un murmullo incesante, casi todos habían desenvainado las espadas y no paraban de masturbarse mirándome.

Me recostó sobre el capó del coche y me metió la polla de un empujón, no esperó más, mi coño estaba empapado, entró de un golpe, sus brazos elevaron mi culo para que los movimientos fuesen más ágiles. Mientras, los mirones se agolparon alrededor del coche, mira zorrita, mira mi polla, ¿te gusta?, ¿quieres comértela?, te voy a regar entera guarra, el cornudo de tu marido estaría contento de verte aquí, ¿verdad?

Rafa seguía follándome con fuerza, pero mis manos empezaron a buscar pollas para acariciar. Un gordo seboso me la acercó y se la empecé a machacar, era pequeña, apenas se le notaba con la barriga, se corrió con tres veces. Pero esa fue la señal de que podían intervenir.

Rafa se corrió dentro de mí, mientras que noté otra descarga en mis tetas. Me puse es cuclillas y un montón de pollas se agolparon sobre mí, una, otra, otra más, empecé a chupar sin mirar donde. Estoy segura de que alguno hacía días que no se lavaba, el olor era hediondo, rancio, a pis y semen acumulado, pero también me atreví con ella.

Era una especie de catarsis del sexo, nada importaba, solo sexo, nada pensaba, solo deseo, nada imaginaba, solo éxtasis por ser el centro absoluto de admiración de esos hombres necesitados. El semen se empezó a acumular en mi boca, mis labios y mi cara, y os puedo asegurar, que así en cuclillas, mi coño ligeramente abierto, chorreaba y chorreaba esperando su turno.

Después de un rato y no sé cuántas corridas, me pusieron de pie, las manos iban y venían por mi cuerpo, mi culo, mis caderas, mi tripa, mis tetas, ¡¡¡ ni un rincón de mi piel estaba al margen de las caricias !!! Manos delicadas, manos que pellizcaban, manos rugosas, manos suaves, manos que golpeaban. Y yo en el centro de ese círculo de lujuria, yo era la auténtica diosa de esos fieles, de esos seguidores de la religión de la puta Alicia.

Chorreando semen por todos lados me tumbaron boca abajo sobre el capó del coche. Unas manos me cogieron con fuerza de las caderas y una polla entró hasta dentro de mi chocho empapado y ardiente. Perdí la noción de lo que pasaba. Se turnaban supongo. Los orgasmos no tardaron en llegar, primero suaves como me suele ocurrir, pero luego, empecé a chillar, a retorcerme, a temblar por los espasmos, y la ruleta de mis folladores no paraba, creía morir, no podía más, gritaba y gritaba, noté como me corrí a chorros, mientras las pollas entraban una tras otra en mi coño.

Fue entonces cuando oí que decía vamos Willy, es tu turno que si te la follas tu primero luego ni se entera con los demás. Mis tetas estaban aplastadas contra el capó del coche de Rafa, mi cara pegada a la carrocería, intenté incorporarme, pero una mano me sujetó la cabeza, “no es el momento, zorra”. Mientras me hablaban, noté un ariete brutal que me penetraba, un tronco que me estaba perforando las entrañas, grité, grité con fuerza, pero las risas y el griterío de esos hombres era estruendoso, apenas se llegó a intuir mi voz en medio de esa maraña.

El tal Willy, era un negro de los que se ganan la vida vendiendo por la playa y su polla de 28 centímetro y casi 6 de grosor me estaba reventando por dentro. Me folló con fuerza, notaba sus dedos apretando mis caderas en cada empujón y mi coño estaba completamente destrozado, pero no se corrió. Me la sacó de golpe, me cogieron entre todos me pusieron de pie y volvieron a magrearme entera. Mi voluntad estaba anulada por completo, manos, lenguas, más manos, pollas que se corrían una y otra vez encima de mí, baile de lujuria sin fin.
Sujetadla, oí que decía Rafa, voy a abrirla el culo mientras Willy le revienta la garganta. Me sujetaron no sé cómo, recostada, creo, en la espalda de alguno de ellos, que recibió el calor de mis tetas con un gemido de placer, sentí como elevaron mi culo y me lo empezaron a dilatar a base de dedos que iban y venían.

Willy me cogió la cabeza y me mostró su polla, era monstruosa, no creía que me fuese a caber en la boca, pero sin darme tiempo a pensar más, fue abriéndose paso en mi garganta, yo no me movía, era él el que me follaba la boca. “Vamos Willy campeón, queremos ver como se ahoga la perrita”, “inúndala con tu leche joder”.

Sentí la polla de Rafa entrando en mi culo, con movimientos tenues, pero seguros, hasta las entrañas de mi alma me estaba follando ese hijo de puta. Me sentía cansada, destrozada, humillada, pero a la vez, henchida de gozo, de placer y de orgullo. Todos esos cabrones, todas esas fieras estaban aullando de placer por mí y para mí. La bocanada de semen de Willy fue bestial, me dio una arcada gigante, creo que casi llegué a vomitar, echando la leche que no podía tragar.

Entonces, la voz de Rafa, recostado sobre mi espalda mientras me seguía dando por culo sin cesar, me susurró: “no te imaginas, zorra de mierda, la de ostias que va a haber en la oficina por ver todo lo que he grabado aquí esta noche”.

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