A usada en el trabajo

A usada en el trabajo
Serían las 3:01 pm del miércoles, a esa hora me gusta ir al baño de la oficina porque ya no hay nadie, es un único baño para todas las oficinas del piso, por seguridad hay que tomar una llave desde la oficina, caminar por el corredor, a veces cuando me veo bonita, subo mi falda me tomo fotos y se las mando a mi amante, eso me distrae del estress del trabajo.

Soy una mujer madura, muy hermosa, al menos eso dice él, con grandes y voluptuosos senos, muchas curvas, y me encanta mirarme.

Lamentablemente, no me dí cuenta y deje la puerta sin asegurar, y de pronto entró un individuo, lo miré esperando que se diera cuenta de que estaba en el baño de damas y se retirara. Pero no lo hizo, en lugar de eso me miró como si me quisiera desnudar y cerró la puerta.

Era un gañan, no muy, alto con ojeras, barba de 3 días, ropa sucia con manchas de pintura y un horrible saco verde. Quise gritar, pero me paralicé, de inmediato se abalanzó frente a mi y me sujetó por la garganta, se acercó a mi mejilla y me dijo “vas a gritar zorra?”. Yo tenía los ojos cerrados del susto, y sentí como su mano subió entre mis piernas. Yo estaba ahí contra la pared, sentía que me faltaba el aire, apretaba las piernas para tratar de frenar lo inevitable.

Me dijo “abre los ojos, mírame!, abre las piernas puta o te voy a estrangular aquí”, no tenía más remedio, con su otra mano empezó a dilatar mi vagina, y acariciar mi clítoris mientras decía “no puedes evitarlo, no te resistas”.

De pronto se detuvo, apoyo todo su cuerpo sobre el mío, no podía moverme, pero ya no quería moverme, quería saber porque se había detenido que haría, mi cabeza daba vueltas.

Sacó su correa de cuero y la ató alrededor de mi cuello por detrás de mi, se apartó y me dijo: “de rodillas putita, te las vas a meter toda, y mucho cuidado”.

Ahí estaba yo, el halaba la correa que me apretaba y con la otra mano empujaba mi cabeza sobre su pene, que crecía y a medida que iba ganando volumen se hacía más delicioso, en realidad ahora yo estaba colaborando, lo chupaba con ritmo, concentrada pero fingiendo repulsión.

“Basta!”, se hecho para atrás, halándome, me hizo trastabillar, “eres mi perra”, me dijo “dilo”, “dilo” mientras ponía su pie sobre mi hombro y alaba, me dió un respiro y le djie “si soy tu perra, tú me mandas”.

“levántate”, yo estaba completamente mojada, ya lo quería dentro, lo miré y puse mi cuerpo sobre el lavamanos, ya sabía lo que iba a pasar, él cabrón me levantó la falda, arrancó mis medias veladas y corrió mis diminitos calzones.

Su gran pene se abrió paso entre mis labios, y me tomó con fuerza, luego un instante después se apartó, se agachó y empezó a lamerme el culo, yo estaba fuera de mí, ya no usaba la correa pero ya no quería huir, sentía ese calor húmedo de su lengua alrededor de la entrada de mi culo, esos dedos en mi raja mojada, empezó a penetrarme de nuevo mientras me dilataba el culo con sus dedos.

Así que no había más que esperar el final, “abre las nalgas, perra te lo ordeno”, eso hice y sentí un empujón que me abría las carnes, que delicia, continuó uno poco más, ya estaba muy exitado y podía sentir su leche derramándose dentro de mi culito…

Me puso la mano izquierda en la espalda, para que no me moviera, sacó algo de su bolsillo y sentí algo frio en mi espalda, sentí que escribió algo sobre mí y me dijo “eres mía cuando yo quiera, eres mi perra, estas marcada”

Me retiró del lavamanos y me tiró al piso, y así no más se fue, me levanté y fui al espejo. Tardé en componerme para volver a la oficina.

Cuando iba entrando lo vi ahí en la sala de espera como si nada hubiese sucedido.

Recordé lo que aun llevaba escrito en mis nalgas, “GATO”.

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