Feminización forzada
Recientemente me encontré en una reunión familiar con un primo segundo que no había visto desde la infancia. Y mis niveles de estrés y adrenalina subieron hasta las nubes.
Por supuesto que NO me dio gusto encontrarlo, él fue una pesadilla de mi niñez que yo había sepultado bajo capas y capas de olvido y vergüenza, y verlo ese día sacó a la superficie muchos malos y embarazosos recuerdos. Verán, Óscar me lleva cinco años de edad, en mis tiernos 8’s él ya era un adolescente de 13 y un abusador consumado. Hijo de un ranchero abusador casado con una tía, prima de mi mamá, sus niveles de crueldad eran comparables a los del bastardo de Bolton, Ramsay (Game of Thrones). De niños era casi mi héroe, situación que él aprovechaba para hacerme ver como una “mariquita” miedosa, una niña mimada, y jugarme todo tipo de bromas abusivas y humillantes para verme llorar.
Recuerdo que siempre se burlaba de mi hombría diciendo que era diminuta, mientras que la de él era grande, gruesa, morena, con prepucio completo y llena de un negro vello púbico; que confieso, era muy tentador observar.
En una ocasión en la que me quedé a dormir en su casa, ya entre las sábanas y la oscuridad de su recamara comenzó a hablar de mujeres, de su desnudez y de lo reconfortante que sería tener sexo con ellas, la conversación comenzó a volverse muy excitante y en determinado momento destapó su miembro totalmente erecto y me pidió que lo tocase, a lo que renuentemente accedí; luego me hizo que mi pequeña manita se moviera arriba y abajo moviendo su suave prepucio en la manera en la que es más reconfortante, yo lo seguí haciendo un poco rato y el reía, yo no sabía por qué. A los pocos minutos de masturbarlo (mientras yo lo imitaba con mi otra mano) sentí un liquido caliente en mi mano y la retiré de inmediato, él no paraba de reír, yo me enoje y le dije que por qué se orinaba, ¡que era un sucio! no sabía que acababa de darle una abundante eyaculación.
Toda la reunión estuve serio recordando los abusos y malos ratos que me había hecho pasar de niño, las humillaciones haciéndome ensuciar con las cosas más inmundas con el pretexto de hacerme hombre, o de ponerme toda clase de bichos en la cabeza, cuerpo o en los bolsillos para reír de mi llanto. De tal manera que no disfruté la tarde familiar. Él pareció notarlo por lo que se abstuvo de acercarse, lo cual agradecí profundamente.
Ya entrada la noche fui de los últimos en irme de casa de mis familiares, había bebido unas cuantas copas por lo que me dirigí a mi auto estacionado a la vuelta de la esquina para cerciorarme de que estaba bien estacionado y cerrado pues tomaría un taxi hasta mi casa. Estaba en eso cuando sentí la luz de los faros de una camioneta detrás mío, al principio supuse que era algún vecino pronto a salir pero al no oír que encendieran el motor comencé a preocuparme. Seguí en lo mío tratando de apurarme y al comenzar a caminar lejos de mi auto me gritaron por mi nombre:
-¡Hey C…! ¿a dónde vas? yo te llevo
Un escalofrío recorrió mi espina dorsal, esa voz era muy familiar, era él, era Óscar, mi pesadilla con un tono de amabilidad que jamás le había escuchado.
Dudé un poco, ma acerqué a su ventanilla y le agradecí su oferta pero me negué, diciendo que tomaría un taxi a lo que respondió: “-Ándale primito, sirve de que nos ponemos al corriente… no me desaires”
Sé que debí haber sido más enérgico en mi respuesta pero al cabo de un rato terminé cediendo y subiéndome a su pick up con él.
incluso después de todos estos años sin verlo, su sola presencia me intimidaba, se había convertido en un hombre musculoso, moreno y con bigote poblado, con vello en el pecho. De alguna forma me incomodaba el hecho de que me hacía sentir “femenino”.
Conversamos natural al principio, como adultos, hasta me relaje un poco; sin embargo, la plática comenzó a dirigirse a nuestro pasado, e inevitablemente a sus “travesuras” y mis reacciones, a sus burlas, sus humillaciones… imagino que el alcohol en mi sangre no me ayudó porque de pronto se escaparon algunas lágrimas de los ojos mientras soportaba sus burlas. Debió notarlo porque de pronto detuvo la pick up y me vio muy serio, como enojado y dijo: -”todavía eres una niñita, una putita”, me tomó por la cintura y me jaló por el asiento hasta él con mucha fuerza, la sangre se me heló, traté de resistirlo pero él era más fuerte y los asientos de vinilo muy resbalosos. ¡El muy maldito trató de besarme en los labios! volteé la cara para evitarlo, lo cual lo puso furioso, usó su otra mano, me tomó de la barbilla y forzó sus labios sobre los míos dándome un beso muy rudo… lloraba desesperadamente.
Me dijo: -”Te voy a dar una lección que debí darte hace mucho, perra”, instintivamente salté hacia la puerta para salir corriendo de ahí y me dijo: -”ni te atrevas a irte perrita, o te irá peor”. Me congelé ahi, con la mano en la manija de la puerta, aterrorizado como cuando era niño. Tardé en darme cuenta de que no conocía el lugar donde estábamos, siguió manejando unos minutos por la carretera y se metió a un motelito de paso a las orillas. Yo lloraba todo el tiempo.
Cuando vi de que se estaba tratando todo esto, le rogué que me dejara ir a casa, pero el dijo “No, tienes que aprender”
Entramos a una cochera, cerró la cortina y me ordenó que entrara en la habitación. obedecí, y me odié por tener tanto miedo y a la vez curiosidad, lo confieso. Imagino que pagó la habitación y luego entro con una maleta que debió haber tenido en su camioneta.
Se me acercó y me entregó la maleta y me dijo: -”Entra al baño y prepárate con lo que hay dentro de la maleta. Sé que sabes cómo y no te tardes” y me volvió a tomar por la cintura para plantarme otro beso, esta vez supe que no tenía caso resistirme y lo dejé besarme, la diferencia es que esta vez abrió su boca y forzó su lengua en mi boca: pude distinguir el sabor a cerveza y cigarro. Sólo pude seguir llorando…
Entré al baño como me lo ordenó, y abrí la maleta; había una colección de braguitas y tantas muy femeninas, medias, ligueros, brassieres, maquillaje y una peluca femenina… me congelé, ¡me estaba pidiendo que me vistiera de mujer! Oh Dios ¿qué me quería hacer?
Debí sollozar muy fuerte porque oí que se acercó a la puerta y me amenazó: -”¡Deja de chillar y prepárate! por las buenas o por las malas y créeme que no te va a gustar por las malas”. Entré en pánico, de niños cuando decía eso, era mejor hacerlo por las buenas, por las malas siempre era sufrir y llorar…
Me limpié las lágrimas y me desvestí, escogí unas bragas negras, medias con elástico y un bra negro. Me vi desnudo en el espejo y contemplé mi pene, lo había rasurado en la mañana sin saber que estaría metido en este embrollo, pensé que se burlaría más, le estaría dando la razón de que soy una niña al verme rasurado. Usé el maquillaje, sólo un poco de corrector, delineador, rubor y labial. Me apuré a ponerme las pocas prendas y la peluca y volteé a verme en el espejo, quedé sorprendido: no me reconocí, verdaderamente me había transformado en una chica… temblé de miedo de pensar en lo que pasaría saliendo del baño, hubiera querido parecer masculino para no gustarle, pero era evidente en el espejo que Óscar estaría más que complacido.
Cuando salí del baño, vi que había poca luz, creí que oiría su risa burlona viéndome vestido de mujer y con la vergüenza reflejada en la actitud de mis manos que inútilmente trataban de cubrir mi cuerpo. Pero no fue así, antes de que mis ojos pudiera acostumbrarse a la nueva iluminación oí su voz, que ahora tenia un tono menos imperativo pero firme “Espérate ahi, quiero verte bien. Date la vuelta”. Yo, sumisamente, obedecí.
-”¡Vaya, que siempre tuve razón! eres más mujercita que hombre, esa ropita te queda de maravilla C…”
Sonrrojé, me sentía totalmente humillado pero no se estaba burlando, en su voz detecté algo que nunca había oído. “Acércate”- pidió. Obedecí para verlo tumbado en la cama totalmente desnudo, su cuerpo muy varonil, velludo, coronado con una enorme erección. me temblaron las piernas de miedo y quise empezar a llorar.
Me dijo “Ven p’acá, siéntate; eres toda una damita y yo sé tratar a las damitas”
Busqué lugar en la orilla de la cama, junto a él, justo al sentarme puso la mano bajo mis nalgas y apretándolas dolorosamente me llevo cerca de él, quedamos sentados juntos, pegados, mi espalda recargada en su brazo y pecho, sintiendo el vello que le cubría y algo de humedad de sudor por la excitación. al alcance de mi mano estaba su tremenda erección, a escasos centímetros de mi. Comencé a temblar.
Odié que se diera cuenta de que estaba viendo su miembro, me dijo: “¿Te gusta, verdá? siempre te ha gustado, yo lo sé. Agárralo, como antes, Ándale”
Temblando de miedo, estiré la mano y tome ese enorme pene por el medio, lo sentí caliente y más duro de lo que yo recordaba, sentí su regocijo al tomarlo y vi de soslayo como su bigote dibujaba una sonrisa de satisfacción. Instintivamente comencé a masturbarlo lento, podía sentir su pulso a través de mi mano, su corazón latía fuertemente, el aroma de su miembro inundó mi nariz y comencé a temblar. Ese hermoso miembro estaba al máximo, parecía a punto de estallar, desde que lo tomé en mis manos y comencé a jalarlo parecía haberse endurecido más.
empezaba a tomar el ritmo y el gusto cuando sentí como me tomo de la nuca y me empujo la cara hacia la punta de su erección, me tomó por sorpresa totalmente, apenas alcancé a abrir mi boca cuando sentí como iba bajando casi hasta la base de su enorme miembro, instintivamente quise subir pero su mano empujo con bastante firmeza. inmediatamente sentí el reflejo de la garganta haciendo de las suyas y me sobrevino una arqueada. Entonces comencé a percibir el sabor de su pene, un sabor penetrante, mezcla de orina y sudor de todo el día, contribuyó a que hiciera más arqueadas.
Me dijo ya cambiando el tono: -”No me importa que hagas ascos, perrita; me vas a mamar toda la verga, como debiste haberlo hecho desde hace mucho”
Yo apenas podia oír sus comentarios, me estaba atragantando con su miembro. Al cabo de unos minutos retiró sus manos y me dejo hacer el trabajo por mi mismo, pero por miedo seguí intentando metérmelo todo en la boca, allí fue cuando me di cuenta que sentía mucho movimiento en mi entrepierna, la sangre fluía hacia mi miembro que estaba presionado por las pantaletas y sentía que no podia salir. Yo conocía a Óscar, sabía que en cualquier momento explotaría como volcán en mi boca y estaría ahogándome en su semen y él estaría muerto de risa. Pero no sucedió, al parecer todos estos años le habían enseñado a controlar mejor sus eyaculaciones.
“Así, sigue mamando… así mi niña”-su tono había vuelto a cambiar.
Me ayudé con la mano mientras le daba sexo oral lo mejor que podía, la desagradable sensación del sabor había sido sustituida por una excitación enorme, estaba realmente disfrutando ser su “niña”, dejé de sentir miedo y disfrutaba de su enorme miembro en mi boca, ya no había arqueadas. en mi excitación deje de chupar el pene y seguí jalándolo con la mano e instintivamente comencé a lamer su escroto, ensalivando sus testículos, metiéndolos a la boca.
“Así me gusta, reinita, lame mis bolas, reconoce quién manda”
Eso hacía cuando sin avisar me retiró y de un salto se puso detrás de mi, me paro de la cama y pego su cuerpo desnudo al mío, me tomo de un brazo y lo puso en mi espalda y con su otro brazo me tomo del cuello, acercó su cara por un costado de mi cabeza, para hablarme al oído.
“Y ví lo putita que puedes ser, ya lo sabía”-susurró-”todavía eres una niñita, pero ahora te voy a convertir en mujer”
Sus palabras hicieron que una ráfaga de electricidad bajara por mi columna, y sin avisarme me tumbó boca abajo en la cama, me arrancó las pantaletas violentamente, después vería que había dejado marcas de uñas en mis nalgas al arrancarme la ropa interior.
me abrió las piernas y yo quería incorporarme pero una mano pesada se posó sobre mi cintura impidiéndomelo, sentí como me abría las nalgas, una pequeña brisa acarició mi temeroso ano, ese momento de incertidumbre pareció eterno, de pronto sentí su cara enterrándose entre mis nalgas, casi salto de la sensación, su bigote y barba poco crecida irritaban las paredes de mis glúteos y sentía la húmeda sensación de su lengua recorriendo mi ano, intentando abrirlo. Mis sentidos estaban abrumados, sentí desfallecer, de pronto todo acabó, sólo la sensación de mi trasero ensalivado prevalecía.
A punto de recuperarme sentí todo su cuerpo encima del mío, no me podía mover y la respiración se me dificultaba, se acercó a mi cara por detrás y con su boca oliendo suavemente a mi ano me dijo:
“Te voy a meter la verga hasta los huevos”
No había acabado de decirlo cuando sentí la punta de su miembro abriéndose paso en mi ano, sin piedad, lentamente, centímetro a centímetro enterraba su hombría en mi estrecho canal, comenzó doliendo mucho, pero me relajé y recordé como había practicado varias veces en mi casa con mi dildo, aunque este miembro era muy superior en dimensiones a mi amigable dildo.
siguió penetrando tanto que creí que nunca acabaría hasta que sentí su pubis entre mis nalgas, sentí como topó, se mantuvo adentro lo que parecería una eternidad, sin moverse, sentí su pulso y el mío en su pene, sentí como contraía su ano moviendo su miembro dentro de mi recto y causándome algo de dolor. Al cabo de poco comenzó a moverse despacio, pero toda la longitud de su miembro, haciendo que sintiera el vaivén largo, largo.
Conforme la velocidad aumentó, disminuyó el rango de movimiento, lo cual agradecí pues me lastimaba, y comenzó a hacerme sentir muy placentero su movimiento, el ángulo era perfecto para estimular mi próstata ya que había echado mi trasero hacia arriba. De inmediato comencé a gotear semen de mi erección, ¡era incontrolable!. Al principio traté de que no lo notara, así que cada que podia me limpiaba las gotas con la mano, pero al cabo de unas veces que me vio chupándome los dedos se dio cuenta… al parecer le gustó y comenzó a darme más fuerte, estimulando violentamente mi punto-g. Empecé a gritar descontrolado por la sensación, placer pero con mucha ansiedad; en dos minutos sentí como eyaculaba sin control mientras él seguía empellón tras empellón. Mi copiosa eyaculación no fue acompañada de la sensación de orgasmo a la que estoy acostumbrado por la masturbación, ¡sólo eyaculaba!
Óscar retiró su miembro de mi ano y agradecí el respiro. La sensación de alivio no duró más de unos segundos…
“Así que… te viniste sin mi permiso ¿eh?”-dijo en un tono preocupante-”¡Pinche putita! ahora si vas a saber como obedecer”
Me tomó violentamente del cuello y me llevó directo a las sábanas llenas de mi semen y como si fuera un cachorrito que está aprendiendo donde hacer sus necesidades me restregó la cara en mis charcos de semen, en segundos todo había sido transferido a mi cara.
“Eso es, así aprenderás, debes tener tu cara llena de leche todo el tiempo, puta”
Me tiró de nuevo a la cama, boca abajo, y me indicó que doblara las rodillas de tal forma que mi trasero quedara al aire, de pronto sentí su pie desnudo sobre mi cara, me dolió porque apretaba su peso contra el colchón, me sentí muy asustado y comencé a llorar.
Me dijo: “De niños siempre quise hacer esto contigo, para quitarte lo marica… ahora que ya eres mujer lo hago para que te vuelvas obediente”
Y comenzó a darme una zurra en las nalgas, su pesada mano encontraba mi trasero en el aire con toda su fuerza, comencé a chillar de dolor, el ardor en la piel era insoportable, comoquiera él ni se inmutó, le rogué que se detuviera, ya no aguantaba el dolor, le prometí que haría lo que él quisiera, que me dejara de nalguear.
De pronto se detuvo, no así el ardor y dolor, pero sus manos sí.
“Todavía no termino contigo, putita”-sentenció-”vas a aprender a comportarte”
Yo no paraba de llorar, le rogaba:
“Por favor, Óscar, por lo que más quieras ¡ya detente! te juro que ya aprendí, ya no me pegues, ya no aguanto, hazme lo que quieras pero ya no me pegues… ¡me duele mucho!”-le dije
“Primero que nada”-dijo-”empieza a llamarte como mujer, ya no eres hombre, debes tener nombre de mujer, y debes decirte como mujer”
Entendí que debía referirme a mí mismo como género femenino.
“Segundo, vas a dejar de chillar”-siguió- “vas a poner las nalgas paradas y recibir tu castigo como buena mujer, sin chistar, entre más grites y chilles, más duro te voy a dar ¿entendiste?”
“Sí, primito”-dije haciendo todo lo posible por sonar calmado- “haré lo que tú digas”
“Así me gusta”- dijo sonriendo- “ahora repite: soy una putita, he sido muy mala y necesito que me enseñen a ser una linda mujercita bien portada”
Repetí la frase, no muy convencido lo que le irritó notablemente. me hizo repetirlo hasta que se convenció y a mi también. Luego hizo que me pusiera en posición con las nalgas al aire de nuevo, sólo que esta vez no presionó mi cabeza. Se fue por un momento y regresó con el cinturón en la mano. Temblé esperando el primer golpe, tomé aire… se tomó su tiempo… y ¡Chas! el primer golpe, el muy maldito me pegó debajo de las nalgas en los muslos de las piernas, me ardió demasiado, pero no me dio tiempo de sentirlo cuando me atestó el segundo cinturonazo, en las nalgas, chillé involuntariamente pero pude mantener el control, un poco más y acabaría. Confieso que esto me asustaba pero comenzaba a hacerme sentir excitada (para este momento ya comenzaba a pensar en mi como mujer).
Cuando termino el décimo cinturonazo se detuvo. Me tomó del brazo y me sentó en la orilla de la cama, pude verme en el espejo y noté que estaba hecha un desastre, el maquillaje corrido de tanto llorar y manchas de maquillaje revuelto con semen seco, el labial desfigurado.
“Muy bien, veo que ya estás aprendiendo, ya nomás faltan unas cuantas cachetaditas”-me dijo
Ya esperaba el agudo dolor de las cachetadas cuando para mi sorpresa se acercó con el pene nuevamente erecto hacia mi cara y comenzó a golpear mis mejillas con su enorme hombría. Confieso que me gustó. instintivamente abrí la boca y comencé a chuparlo de nuevo. Pude detectar el sabor de mis entrañas, lo cual me excitó mucho.
“Te sabe a culo, ¿verdad?”-preguntó riéndose
Yo lo ví a los ojos asintiendo con la mitad de su miembro llenando mi boca.
Me tomo de la cabeza con las dos manos y comenzó a cogerme por la boca, no muy rápido pero muy firmemente, él tenía todo el control. De pronto lo oí reirse y supe que estaba por venirse, no pensaba sacarlo de mi boca y no lo hizo. Se vino sin detener el movimiento, sentí los chorros de semen ardiendo golpeando mi garganta y la úvula sin piedad, conté nueve chorros y seguía saliendo y saliendo. Al fin retiro su pene de mi boca y pude saborear el intenso sabor de su leche, algo un poco desagradable pero estaba super cachonda para ese momento. Los dos estábamos empapados en sudor y él se tumbó en la cama viéndome, me hizo el gesto de que me acostara junto a él y obedecí.
Nos quedamos dormidos.
Al amanecer sentí como su miembro se abría paso entre mis nalgas y me llenaba de felicidad, era una mujer, era su mujer.