La Jefa. Parte 6

La Jefa. Parte 6

Así estaba yo poco más o menos. Mi Jefa y su amiga me habían reventado el ojete a base de pollazos con sus vergas de goma. Me palpitaba el esfínter y me ardía del rozamiento que había sufrido durante largo rato.
Mi pene estaba chorreando lechecita de los siete u ocho orgasmos que me habían propinado las Señoras y no tenía fuerzas ni para evitar que se me saliera la saliva de la boca.

No pasaría mucho tiempo cuando de pronto abrió alguien la puerta sin llamar. Pasó y cerró la puerta rápidamente diciendo:
– Por fin me la vas a enseñar ¿no? ¿Cuanto tiempo la has tenido para ti sin querer compartirla conmigo. Que mala eres.
Era una voz de hombre y yo ya no sabía que pensar o más bien, no podía hacer nada.

En ese momento pude darme cuenta que había llegado el marido de mi Jefa. Ese que a mi no me parecía ser merecedor de tener una mujer como ella.
– Aquí la tienes, cariño – dijo mi Jefa.
– Pero ¿qué le habeis hecho, mujer? – Preguntó medio riéndose Iván, que así se llamaba el marido de mi Jefa.
– Pues la hemos castigado, porque la semana pasada se puso unas medias y unas bragas mías a escondidas, mientras limpiaba y ordenaba mi habitación.
– Vaya, vaya con la mariquita que tenemos aquí – dijo el marido.

Entonces se acercó más a mí y me dijo al oído
– ¿Has visto lo que pasa cuando las niñas malas se portan mal, verdad?
Yo lo miré y asentí con la cabeza como pude.
– Pero ya ella ha aprendido la lección y no lo va a volver a hacer más, ¿a que no? – volvió a preguntarme
Yo negué con la cabeza otra vez como pude.
– ¿Veis? – dijo dirigiéndose a su mujer y a la amiga – Es que estas mujeres son muy malas – dijo volviéndose hacia mí.
-Bueno, pues como ya sabemos que no se va a volver a repetir la historia – continuó diciendo – y que esta pobre nenita ya está arrepentida, yo me voy a encargar de asegurarme que no vuelva a ocurrir más.

Entonces sentí como tras de mi Iván se desabrochaba la correa del pantalón, bajaba su cremallera y puso encima de mi trasero algo muy grande y pesado. Yo miré hacia atrás como pude y todos mis miedos quedaron bien fundados.
El marido de mi Jefa había puesto su ENORME miembro sobre mí y estaba ya bien grande, caliente y duro para empezar a taladrar

Mi Jefa y su amiga que seguían de cerca los movimientos se acercaron a mi y empezaron a decirme entre las dos:
– Ahora va a empezar tu castigo de verdad, nena. Disfrútalo…
El miedo me tenía inmovilizada y la enorme verga de Iván, que era más grande que cualquiera de las pollas de goma que mi Jefa y su amiga habían utilizado conmigo, empezó resbalar desde mi trasero hasta mi maltrecho agujerito.
Me mordí la mano y cayeron lágrimas de mis ojos. El pollón había llegado a mi puerta trasera. Su cabeza se abrió camino sin piedad y mi culo ardía como un volcán. El roce de semejante diámetro obligaba a mi esfínter a abrirse hasta límites insospechados y entre la apertura y el roce yo lloraba como una nenaza y se me caían las lágrimas, los mocos y babeaba sin poder remediarlo.

– Pobre putita – decía la amiga de mi Jefa – me da penita. Pero es que no puedes portarte tan mal. Ya verás como no te vuelves a poner las bragas de tu Señora. Y las dos reían y me acariciban con falsos cariños.
El marido, estuvo un buen rato entrando y saliendo a sus anchas por mi ojete. Su gran polla, además de abrirme en canal profundizaba tanto que yo pensaba que llegaba hasta mi garganta. Y notaba como si me estuvieran destrozando los órganos por dentro

Jamás había tenido semejante miembro dentro de mí y poco a poco mi ojete se iba acostumbrando de nuevo a ser penetrado y rozado. Lo tenía completamente dormido. Iván estaba bastante duro tenía ganas de aprovechar esa dureza conmigo. Me folló durante un largo rato en innumerables posturas y yo estaba completamente sometida y sumisa porque el falo se estaba apoderando de mí

Mi Jefa y su amiga disfrutaban del espectáculo tocándose la una a la otra y yo las miraba sintiendo como el gran nabo de Iván me abría como quería. Por increíble que parezca me estaba empezando a poner cachonda otra vez.
De pronto paró, salió de mí y le pidió a su mujer los anillos. No sé a que se refería pero me di cuenta en seguida.
– Vamos a acabar con esta puta. Ya lo verás – reía con su mujer y su amiga…
Su mujer, mi Jefa, le dio tres anillos que se ajustaban al poderoso pene y que iban a causar aún más estragos en mi esfínter. Efectivamente, no tardó en penetrarme otra vez y esta vez, notaba que cada vez que entraba y salía la verga los anillos me castigaban duramente y el marido de mi Jefa entraba y salía sin piedad

Estaba siendo reventada por el marido de mi Jefa, mientras mi Jefa y su amiga se masturbaban y disfrutaban del espectáculo. De nuevo la situación me superó. Eso y que la polla de Iván con sus anillos estaba rozándome no se donde con fuerza y mucha frecuencia. No se cuanto tiempo duró, pero seguro que mas de una hora. Mi Jefa y su amiga se habían corrido varias veces también y yo sentí como Iván descargó su leche caliente en mi interior. Yo me vine de nuevo echando una vez más, un gran chorro de mi lechecita que era casi transparente, pero que salió en grandes cantidades.

Terminaron conmigo, se vistieron y me dejaron tirada en el despacho como una verdadera puta. Mi jefa dijo antes de irse?
– Son mas de las cinco y media putita. En menos de media hora vienen a limpiar, así que ya sabes…
Y con el culo destrozado, los testículos exprimidos y el pene completamente fláccido me tuve que levantar y limpiar todo antes de que llegara el grupo de limpieza. Lo único que esperaba ya era que mi mujer esa noche, no tuviera ganas de follar.

FIN

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