Vacaciones muy movidas, el sexto día

Vacaciones muy movidas, el sexto día
Vacaciones muy movidas, el sexto día.

El sexto día era el último de nuestras breves vacaciones… muy bien disfrutadas por mi parte.

Me desperté bastante temprano, cuando todavía no había amanecido. Mi cuerpo ya no me dolía tanto de las cogidas del día anterior en la playa, pero noté que mi concha estaba completamente humedecida y un calor inusual subía por todo mi cuerpo.

Me levanté muy despacio, tratando de no despertar a Víctor y me puse un vestido muy liviano.
Necesitaba coger, así que sin dudarlo, me dirigí a la habitación de mis amantes.

Golpeé y enseguida Fernando abrió la puerta, a medio vestir con una bata de seda. En la cama dormía David, boca abajo, completamente desnudo. Me acerqué a contemplar su torneado cuerpo y noté que tenía el ano dilatado y salpicado con algo blanco que podía ser semen.

Fernando sonrió y me abrazó por detrás, susurrando a mi oído:

“Sí, Anita, anoche le tocó a David comerse mi verga, le dejé la cola bien abierta y llena de leche”.

Le expliqué que yo también necesitaba una buena pija dentro de mi cuerpo, pero entonces me sorprendió su respuesta:
“Hoy te va a coger David, yo me voy a reservar para después cogerme a tu maridito”. Me dijo.

Le dije que Víctor no era bisexual y que jamás tendría sexo con otro hombre, pero entonces me contestó que siempre hay una primera vez y que cualquier hombre curioso termina con el culo bien roto y que eso era lo que le iba a hacer con mi marido, romperle el culo… por curiosidad…

No pude más que reírme y entonces Fernando me apostó que no solamente se cogería a mi esposo, sino que hasta lo haría mientras yo misma lo presenciaba.
“Te podrías esconder dentro del vestidor y desde allí verías que tu marido es puto”. Me aseguró.

Lo desafié y entonces tomó el teléfono y pidió a la recepción que lo comunicaran con nuestra habitación. Habló unos instantes y luego de colgar me dijo que Víctor estaba en camino.

David mientras tanto se estaba desperezando en la cama y sonrió al verme. Se dirigió hacia mí y sin decir palabra me desnudó, quitándome el vestido por sobre la cabeza. Luego me acarició muy suavemente, se colocó detrás de mí y pude sentir el roce de su pija erecta contra mi cola.

Unos suaves golpes a la puerta nos interrumpieron. Fernando nos ordenó que entráramos al vestidor y que observáramos por las rendijas, sin hacer ruido. Bajó un poco el volumen de la música y fue a atender.

Era Víctor, con una toalla y vestido solamente con su malla de baño favorita, una especie de zunga de color negra que apenas le cubría su gran bulto. Fernando sonrió y lo hizo pasar.
Al principio no pude oír de qué estaban hablando, luego noté que comenzaban a hablar de sexo.

David estaba parado detrás de mí y pronto sentí que la punta de su endurecida verga buscaba mi entrada trasera. Lo quise detener, pero mientras trataba de quedarme quieta para no hacer ruido, repentinamente me penetró la concha que por suerte estaba bien lubricada de tanta calentura. Solté un pequeño grito de sorpresa, pero David alcanzó a taparme la boca con su mano y Víctor no me oyó, ya que estaba entusiasmado en la conversación con Fernando.

En otro par de movimientos David me enterró la verga hasta el fondo y allí se quedó quieto, agachándose y obligándome a sentarme sobre su regazo, empalada por esa cosa bien dura.
Ahora podía escuchar lo que hablaban.

“No es por fanfarronear, pero si yo cojo casi todos los días es debido a que tengo la pija bastante grande. Y si uso estas zungas, es porque me marcan el paquete y me aseguro que todas las mujeres alrededor lo noten” Decía en ese momento Fernando, sonriendo y gesticulando.

“Me estás diciendo que mi esposa es una de las que te mira el bulto ??”. Preguntó mi marido.

“No, no, nada que ver; bueno… supongo que sí, no estoy seguro”.
“Bueno, hasta vos mismo, Víctor, me miraste el bulto de reojo varias veces, o me equivoco?”

Víctor pareció ofendido, pero Fernando largó una carcajada.
“No te pongas así; es normal que me mires y te preguntes qué tengo allí. Es curiosidad.,., me han mirado hombres sin razón alguna, otros querían que los cogiera o que deseaban verme coger a sus mujeres; es un morbo muy común entre algunos tipos impotentes”

Víctor se quedó callado, hasta que Fernando se quitó la bata de seda. Su verga gruesa y larga colgaba entre sus piernas. Se veía ahora mucho más grande que la de mi dulce maridito.
“Debo admitir que es grande”. Dijo Víctor sonriendo nervioso.

Fernando recorría su pija de arriba a abajo con su pulgar.
“Qué marido no tiene una fantasía?, te imaginas a Anita arriba de esta verga bien dura?”
“Debe ser divino que una mujer con la carita hermosa de tu esposa le chupe a uno la pija. Y la cola que tiene! Te gustaría que se pusiera en cuatro delante mío, para que le hiciera la cola?”

La poronga de Fernando estaba tomando formas monstruosas; ya había reemplazado el pulgar por su mano completa y se estaba haciendo un delicado y suave manoseo.

Víctor le dijo que yo pensaba que por el culo debía ser dolorosísimo y por eso no teníamos con frecuencia tanto sexo anal. Me divirtió escucharlo mentir de semejante manera.

“Sin duda al principio le va a doler, pero le va a encantar; a todas les gusta mi pija en el culo”.

Le señaló a mi marido que su propia verga también estaba bastante alzada dentro de la zunga.
“Parece que te excita pensar en tu esposa cogiendo conmigo. Crees que a ella le gustaría?”.

“Y a quién no le puede gustar esa pija enorme? Supongo que Ana se volvería loca teniendo la oportunidad de cumplir sus fantasías con esa verga” Contestó Víctor con cara de lascivia.

“Cuáles son tus fantasías Víctor? Te gustaría que me cogiera a tu mujercita y luego te cuente los detalles, te gustaría poder mirar sin ser visto, te gustaría estar allí mirando y haciéndote una buena paja mientras hago gozar a la trola de tu mujercita?”

Desde mi escondite yo no podía creer que Fernando le estuviera diciendo esas cosas y que mi adorado esposo le siguiera la corriente tan alegremente. Esa conversación me provocaba una incipiente calentura, además David seguía quieto con su pija enterrada dentro de mi cuerpo y me susurraba que me preparara para ver a Fernando cogiéndolo a Víctor.

De repente Fernando tomó una mano de Víctor y la apoyó sobre su enorme pija. Mi marido no se resistió, parecía hipnotizado con el tamaño de esa cosa. De repente se puso al costado de Fernando, abrazándolo por la cintura y comenzando a hacerle una paja. Yo no lo podía creer!!!

Mientras una mano de Fernando bajó al culo de Víctor y comenzó a acariciarlo, diciéndole que yo también tenía la misma cola redonda y firme.

“Tu mujer debe ser muy buena chupando pijas y tetillas, eso me excita muchísimo” Dijo Fernando.
Entonces mi marido comenzó a lamer ese pecho casi lampiño y a chuparle las tetillas.
Fernando viendo eso se lubricó un dedo con saliva y comenzó a meterlo en el ano de mi marido.

Yo estaba casi loca. David seguía moviéndose lentamente mientras me tenía empalada en su verga y me tapaba la boca con una mano para que yo no gritara de placer… o de la sorpresa de ver todo aquello.

“A tu mujercita Ana le gustaría que yo le rompiera el culo, no te parece Víctor?”…
“Pero antes de eso tendría que ponerme la verga a punto de caramelo con su linda boquita”.

Entonces Víctor se quitó la zunga y se arrodilló, tomando entre sus labios la pija de Fernando.
“Ahhh, ya sabía que iba a gustarte, tiene gusto salado, no?”. Suspiró Fernando.

“Me parece que tu mujercita es muy puta y me la voy a coger…pero ahora sólo quiero disfrutar de cómo me chupas la verga, no parece que fuera la primera vez que te estás comiendo algo así”… Dijo Fernando mientras miraba sonriente hacia nuestro escondite.

De repente lo tomó de un brazo y lo hizo levantar. “Te quiero coger Víctor, te gustaría eso?”.

Millones de pensamientos vinieron a mi cabeza, mi futura vida sexual con Víctor, que ahora parecía enfebrecido por esa verga y se iba a dejar coger por el primer tipo bisexual que se le cruzaba, realmente yo no entendía nada. Estaba como loca pensando que todo eso no era real.

Ahora Frenando se agachó y abriendo las nalgas de mi marido, comenzó a pasarle la lengua por el orificio anal, al mismo tiempo que lo dilataba con un par de dedos.
Víctor solamente suspiraba, disfrutando la acción de esa lengua en su culo. Comenzó a hacerse una paja con una mano.
Fernando se puso de pie y se dirigió hacia la mesa de luz, de donde regresó con un pote de gel que untó sobre sus dedos y volvió a la carga nuevamente. Le dijo a mi marido que ese gel no sólo le iba a lubricar el ano, también lo anestesiaría un poco para que no le doliera tanto..

Luego se paró detrás de Víctor y, luego de untarse la verga con el gel, le apoyó el glande sobre el ahora algo dilatado esfínter de mi esposo.

“La punta te va a doler un poco”. Muy suavemente, metió el glande en el culo de mi esposo.

Se quedaron ambos quietos por un rato. Las manos de Fernando empezaron a recorrer el cuerpo de Víctor; le acarició las nalgas, la cintura, toda la espalda y luego metiendo sus brazos por debajo, empezó a tocarle también los pezones.

Poco a poco la gruesa verga fue internándose en el interior de mi esposo, hasta que soltó un gemido de sorpresa, incluso parecía de dolor. Yo los veía a ambos de costado, así que podía apreciar las expresiones de Víctor. Empezó a moverse rítmicamente, sintiendo cómo la pija de Fernando lo llenaba por completo; a medida que pasaba el tiempo, la verga parecía entrar y salir con más facilidad. Al poco tiempo estaba cogiéndolo con dureza, como había hecho conmigo en estos días. Víctor estaba completamente entregado a esa maravillosa nueva sensación.

Giró su cabeza para preguntarle a Fernando si le gustaba.
Su nuevo amante por supuesto respondió que le daba mucho gusto cogerse a tipos como él. Fernando al verlo tan caliente, tan entregado, tan….puto, se puso como loco y mientras le decía una infinidad de obscenidades, lo aferró por la cintura y le enterró la verga hasta lo imposible.

Víctor acabó de inmediato. Sin tocarse, su pija empezó a bombear chorros de leche.
Esto fue el preludio del orgasmo de Fernando. Hizo acuclillar a Víctor delante de él y empezó a pajearse enfrente de su cara. Mi esposo no pudo resistir la tentación y se la metió en la boca.

Durante un par de largos minutos, Fernando le cogió la boca, entre constantes exclamaciones de gusto por parte de ambos. Finalmente, se la sacó y restregó unos instantes por toda la cara, antes de volver a meterla entre sus labios y reiniciar una rápida y potente cogida que en menos de un minuto lo llevó al borde del orgasmo. Finalmente Fernando dio un prolongado quejido y un agudo gruñido, lanzando su primer y potente disparo de leche en la frente de Víctor; luego se deslizó hacia abajo, recibiendo la boca abierta toda la carga de semen caliente.

Durante unos minutos más, ambos se dedicaron a disfrutar de un silencioso post coito.

“Y… entonces te gustó?” Preguntó Fernando sentándose en la cama. Víctor no contestó.
Tomó la toalla que había traído y la zunga negra. Se metió en el baño y al salir ya un poco repuesto se despidió de Fernando con un gesto de cabeza, todavía en silencio. Apenas se fue, Fernando abrió la puerta del armario, para encontrar que David ahora me estaba bombeando la concha con todo en posición de perrita.

Puso su verga cubierta de semen frente a mi boca y me ordenó que se la limpiara con mi lengua.

David acabó con un grito prolongado, pude sentir que me llenaba la vagina, lo cual me provocó un tremendo orgasmo. No pude reprimir unos agudos alaridos de placer.

Me encerré en el baño a limpiarme, pensando que no podía creer la escena que había presenciado. Mi marido, que siempre había rechazado la homosexualidad, había sido empalado por el culo con una gran verga, le habían llenado la boca de semen y además… parecía haberlo disfrutado.

Me despedí de David y Fernando, intercambiando direcciones para seguir encontrándonos cuando regresaran a Buenos Aires. Ni loca pensaba perderme semejantes amantes.
Y creo que mi esposo, ahora un verdadero “macho probado”, tampoco….

Bir yanıt yazın

E-posta adresiniz yayınlanmayacak. Gerekli alanlar * ile işaretlenmişlerdir