Consolando a mi tía viuda

Consolando a mi tía viuda
Me llamo Darío, tengo 25 años, estudio medicina, soy soltero, totalmente solo en la vida; actualmente no tengo novia, ninguna relación amorosa formal. Vivo solo en una gran ciudad; y mi única pariente en este lugar, es una tía, hermana de mi mamá. Mi tía, Carolina, hace poco enviudó cuando su marido tuvo un infarto y falleció repentinamente. Mi tía estuvo casada con Gerardo durante 30 años. Formaron un lindo matrimonio, aunque no pudieron tener hijos; por lo cual, al vivir en la misma ciudad, me adoptaron un poco a mi como “su hijo”. Mi tía Carolina lloró mucho la muerte de su esposo y estaba destrozada anímicamente. Por supuesto, que ante su gran dolor, la acompañé todo el tiempo intentando consolarla.
Cuando salíamos del cementerio, luego del funeral, mi tía me tomó fuerte del brazo y me dijo pidiéndome con lágrimas en los ojos: “Darito…no me dejes sola, por favor!!! Te necesito a mi lado en este momento…sola no podré superar esto!!!” “¡¡Por supuesto tía Caro!!! ¡¡¡No te dejaré sola!!! Estoy a tu disposición para lo que necesites!!!”, le dije resueltamente. “Bueno, querido, gracias!!!”, me dijo. La llevé hasta su casa, luego del sepelio y; cuando llegamos, la acompañé hasta adentro. Allí no pudo contenerse y rompió en un llanto desgarrador. “¡¡Cálmate tía!! ¡¡Tranquila!! Ya pasará el dolor…”, le decía tratando de consolarla, mientras la abrazaba cariñosamente. “¡¡Quédate en casa conmigo hoy, acompáñame!!!, me rogó. “¡¡Está bien!! Me quedaré tía y con gusto te haré compañía!!” Me quedé aquella noche en su casa, y así, al otro día también y terminé por estar allí más de un mes viviendo con ella.
Carolina, mi tía, es una madurita muy atractiva. Mujer sensual, con sus 50 años, esbelta, pelirroja, ojos azules, piel blanca, un cuerpo voluptuoso, de grandes tetas y un culazo increíble, no dejaba de atraer las miradas de muchos hombres cuando salía a caminar por las calles. Pensaba que muy pronto encontraría otro hombre que le haría olvidar su dolor. Sin embargo, ella no podía superar su duelo. Seguía encerrada en una profunda tristeza. La veía llorar todos los días.
Una noche decidí sacarla para que se distraiga…le dije: “Caro…esta noche te llevaré a comer afuera!!!…Quiero que te arregles, te pongas elegante…te invito a un restaurante buenísimo!!!”, le dije. “¡¡Ya basta de llorar!! ¡¡Vamos a pasar juntos un momento divertido!!, le dije guiñándole un ojo regalándole una sonrisa. Al ver mi postura firme, mi tía, no pudo rechazar la invitación. “Está bien, querido…acepto…vayamos a ese lugar que tú dices…pero tendrás que ser paciente, puesto que para lograr lo que me pides…arreglarme, ponerme elegante…necesito algo de tiempo”, me dijo esbozando una linda sonrisa.
Tardó más de una hora y media en prepararse para salir. Cuando bajó las escaleras, su figura era imponente. De verdad que se había esmerado en lucir muy sexy. Llevaba puesto un vestido negro corto y pegado al cuerpo; muy bien maquillada, su precioso rostro resplandecía, mientras sus labios pintados de rojo parecían una frutilla sabrosa y apetitosa. Sus piernas bien formadas atraían mi mirada y su caminar con las sandalias negras y altas provocaban una agitación extraña en mí. Sin lugar a dudas, mi tía, me había seducido. Se detuvo frente a mí y yo me quedé mudo, sin saber qué decirle: “…Y…qué tal??? Te gusta cómo me arreglé para salir??”, me preguntó; mientras sus ojazos azules me inhibían a la hora de contestarle. Tartamudeando, alcancé a decirle: “eeestass hermosa!!”. “¡¡Muchas gracias!!! ¡¡Me arreglé para vos!!, me dijo. “No demoremos más…¡¡vamos!!” prosiguió. Partimos rumbo al restaurante. Pasamos una noche agradable. Luego caminamos a la luz de la luna con una brisa fresca que llevaba constantemente el perfume francés de mi tía a mi nariz, pudiendo oler su encantador aroma, causándome un cierto placer al percibirlo. Al llegar a una plaza, nos sentamos en un banco. Mi tía me dijo: “¡¡Te agradezco esta velada!! Necesitaba salir, respirar, tomar un poco de aire fresco!! En ese instante Caro me dio un beso en la mejilla, muy cerca de mi boca. Eso me estremeció y sentí que automáticamente mi pene se puso erecto. Luego, puso su mano izquierda sobre mi pierna izquierda. Sus manos y sus pies eran perfectos. Siempre bien cuidados. Aquella noche, sus manos y sus pies de piel suave, con sus uñas lindas y cortas, pintadas prolijamente con esmalte rojo, me provocaban el deseo de besarlos, lamerlos y chuparlos. Caro, con su mano sobre mi pierna, empezó a acariciarme. Mi polla ya estaba durísima, con una grandiosa erección. Super excitado, le agarré su mano; y ella, entrelazó sus dedos con los míos. Me miró fijamente, y noté que en su mirada había un deseo sexual. Yo también la miré deseándola. Sentimos ambos una excitación extrema. Mi tía, muy cachonda y agitada, me dijo: “Volvamos a casa…ya es tarde!!”. De regreso, ambos permanecimos mudos, sin hablar en el auto. Por fin, llegamos a su casa y cada uno se fue a su cuarto.
Ya en mi cama, no podía dormir de la excitación que no había pasado. Pensaba en mi tía y ardía de ganas de follarla. Decidí bajar a tomar agua fresca en la cocina. Grande fue mi sorpresa cuando allí la encontré a mi tía también, bebiendo agua. Tenía puesto un camisón muy corto, de color rosa. Mi calentura llegó a su máximo nivel. Ya no podía seguir aguantando. Ella se sorprendió también al verme sólo con el bóxer como única prenda que llevaba puesta. Y también se encendió su pasión cuando notó que mi polla estaba parada y dura, ya que se marcaba a través del bóxer. Sin mediar palabras me acerqué a ella y la abracé. Carolina, excitada y entregada, se dejó abrazar…no se resistió. Comencé a besarle el cuello, mientras ella gozaba…de pronto mi boca se encontró con la suya, y nos fundimos en un beso largo y apasionado, un beso muy profundo mientras nuestras lenguas se enlazaban dentro de nuestras bocas. Intercambiamos saliva…era un beso lascivo el que nos estábamos dando. De pronto sentí su mano que se metía en el bóxer y comenzó a tocarme y acariciarme la polla. Yo también metí mi mano en sus bragas, y mis dedos se hundieron en su coño peludo y mojado. Nos desnudamos, arrancándonos la ropa, con la intención de no dilatar más el momento que habíamos esperado por tanto tiempo. Caro, se dio vuelta, apoyándose sobre la mesa de la cocina y se agachó ofreciéndome su coñito necesitado de sexo. Yo la tomé de la cintura, por detrás de ella; le apoyé mi miembro duro y empecé a moverme. Inmediatamente mi pene se introdujo totalmente dentro de su vagina mientras bombeaba, haciendo rebotar mis testículos con sus nalgas. Ella gritaba y gemía ante cada embestida. La estaba haciendo gozar sin dudas. No pasó demasiado tiempo y nos corrimos juntos, borrachos de placer. Del coño de mi tía chorreaba un líquido blanco y espeso que goteando caía al suelo…era mi semen que había llenado su vagina. “¡¡¡Qué polvo me echaste Darío!!!”, alcanzó a decirme, jadeando todavía. “¡¡Gracias por hacerme sentir viva!!! ¡¡Me encantó!! ¡¡Nunca me follaron y me hicieron gozar como tú lo hiciste!!!”, me dijo gimiendo y llorando de placer. Yo no dije nada, porque a pesar de haber eyaculado, seguía moviéndome con mi polla dentro de su coño…y así me corrí otra vez dentro suyo…y así varias veces durante esa noche.
De esta manera, Carolina, mi tía viuda, encontró en mí una gran ayuda… pudiendo superar absolutamente su duelo. Ahora vive feliz, con su sobrino, que cada vez, que Caro, la hermosa tía viuda, necesita ser consolada le ofrece gustoso un gran consuelo!!

Bir yanıt yazın

E-posta adresiniz yayınlanmayacak. Gerekli alanlar * ile işaretlenmişlerdir