La inquilina
La llamada había tenido lugar dos días antes, por la noche, el actual inquilino de mi vivienda se quejaba que con las actuales lluvias habían aparecido unas humedades en la esquina del techo del lavabo. Intente acordar una hora para pasarme a ver el problema, pero no nos poníamos de acuerdo en una hora o día. El único momento lo tenía el sábado, muchos días más tarde, y era algo que mejor se arreglaba rápido.
Ya había pasado antes, y podía tener una solución muy sencilla. Sabía por el contrato, que quien residía habitualmente no era él, si no una sobrina que tenía 25 años. Cuando le indique la posibilidad de pasar a una hora cuando se encontrara ella, esquivo el tema y se negó a dar otro día que no fuera el sábado.
Si no podía pasar yo, tampoco iba a poder quedar con alguien del seguro, y el problema podía resolverse solo con ir a halar con el vecino del piso superior.
Así que en ese momento estaba allí llamando a mi antiguo vecino para ver si podía encontrar el problema sin ver a mis inquilinos.
Estuve hablando un rato con mi vecino, y me enseño el lavabo, y que definitivamente esta vez el problema no venia de allí.
– Tendrás que abrir el falso techo- me indicó.- creo que viene de la pared de la calle.
– Si, eso había pensado, pero no coincido con el inquilino.
-Ah! Pues la chica esta siempre en casa.- me dijo.- No se si son pareja o que, pero ella sale muy poco.
Se sorprendió cuando le dije que era su sobrina, y al momento me arrepentí, pues pensó que se trataba de una relación de i****to. Habían muchas más posibilidades, pero se agarró a esa.
– Pues si baja ahora, seguro que está.
No se me había ocurrido la posibilidad de ir a comprobar si estaban, pero ya que estaba allí y que sabía que el problema no era del vecino, no perdía nada en probar suerte.
Cuando piqué, tuve que hacerlo con insistencia, escuchaba ruidos dentro de casa. Al final se escucho un ¿quien és? detrás de la puerta.
– El dueño del piso quiero ver las humedades.
Abrió solo un poco y pude ver la cara de una chica gordita, que iba bastante bien arreglada para ser alguien que parecía estar en casa todo el día según el vecino.
– Te envía mi tío?
– No, he sabido que estabas sola en casa y he venido a ver si podía ver las humedades.
– Mis humedades?
Al acto pille el juego de palabras, parecía una chica muy simpática. Me dejó entrar.
– Mi tio no quiere que me quede con hombres a solas, es muy celoso.
Me acompaño al lavabo. Efectivamente allí estaba la mancha que cubría el techo. Era pequeña pero empezaba en una esquina y se extendía poco a poco por el falso techo.
– Voy a abrir y mirar.
– Tardaras mucho? Mi tío vendrá en un rato y si no estas mejor.
– A ver.- le dije algo enfadado.- Tengo que mirar que pasa, es mi obligación, si hay alguien en casa no entiendo por que no voy a entrar,
– Es que mi tio con esas cosas de que este con hombres…
– Pero sois pareja o algo- Dije curioso.
– No no, es solo protección porque mis padres no están.
– Pues ya eres mayorcita, díselo.
Y me alcé sobre un taburete para mirar sobre el falso techo. Ella se acercó y me sujetó las piernas, algo que no necesitaba pero le agradecí. Continuó hablando.
– Es que quiere que me case, y que encuentre un buen marido. Es muy religioso sabes, no quiere nada de rollos antes del matrimonio.
– Virgen hasta el matrimonio?- le pregunte riendo.
– A eso llega tarde.- Soltó una fuerte carcajada.- Pero fastidia mucho las nuevas relaciones.
Bajé del tamborilete, allí no había nada que hacer. Se lo iba a comunicar, que necesitaba venir un profesional que descubriera de donde venia, pero se había ido a algún lado. Fui en su búsqueda. Que fuese antiguamente mi casa, y que la conociese, no implicaba que me sintiese un poco extraño, y quisiese ir con prudencia. Era la casa de otra persona en ese momento y estaba invadiendo su espacio vital.
– Ya he terminado.- le grité acercándome a una de las dos habitaciones.
– A bien.- Me dijo a través de la puerta. -pasa, pasa.
No me dejó explicarle nada. Me la encontré con la camiseta puesta y sin pantalones. Tenis unas piernas carnosas, pero bien formadas. Se veía su vello púbico bajo sus bragitas. En la mano sostenía una caja que en un principio no supe identificar.
– Me quería cambiar para irme, pero me acordé de esto.- me enseño la caja. – La compre en enero y aún no he usado ninguno.
Era una caja de preservativos y parecía que efectivamente no faltaba ninguno. Era octubre, así que si no mentía, podía entender que estuviera tan cachonda. Me lancé a la piscina.
– Pues si quieres podemos gastar uno.- y mirando el reloj añadí.- Pero te tendrás que conformar con menos de 15 minutos para que no nos pille tu tío.
– Me sobra con 5minutos. Estoy tan cachonda que hasta aceptaría que fueses un eyaculador precoz.
Se me lanzó encima y me tiro sobre la cama, al momento la tenia fuera y me la estaba comiendo, yo metía los dedos en su coño húmedo.
– Va, no te enrolles mucho, metela ya.
Ella se quitó las bragitas y se tumbó boca arriba mientras se metía los dedos en el coño. Yo tome uno de los condones y me lo puse. Me coloque entre sus carnosos muslos y apunté. Ella me agarró y se la metió de un golpe.
Allí había mucho espacio y era muy húmedo. Desde el principio pude cabalgarla de forma salvaje. Ella gritaba como una condenada posesa. Parecía que quería que todos los vecinos lo supieran. No conté exactamente las envestidas, pero no debieron superar en mucho las diez, y ya se había corrido.
– Dioossss!!!! que polvo…
Yo continué cabalgando, desesperado por terminar. Ella comenzó a gritar de nuevo, y cuando llevaba no muchas más envestidas que antes me obligo a pararme con la polla bien adentro mientras se corría de nuevo. Un violento orgasmos con gritos que parecían más un asesinato que un polvo.
Retomé el trabajo intentándolo de nuevo, pero a mayor velocidad. Intentaba correrme lo más rápido posible. Ahora pude meterla muchas más veces y comenzar a calentarme en serio.
– Si sisisisis, así rápido me gustaaaaaa!!
Y de nuevo un fuerte grito orgasmico y verme sujeto por sus piernas para que no me moviera. Esta vez logre soltarme y continuar con aquel ritmo rápido para ver si conseguía acabar. Ella encadenó un orgasmo con otro.
– Me vas a mataaaaarrr.
Y de nuevo su intento por conseguir detenerme y que parase mientras se corría. Pero continué. Aproximadamente cada minuto tenia un nuevo orgasmo y se repetía el proceso. Desesperado por acabar la saqué, la medio obligué a darse la vuelta y se la metí rápidamente a cuatro patas.
Ahora no podía pararme mientras se corría, y podía continuar con mi ritmo rapido. Medio me arrepentí cuando sus gritos se volvieron completamente locos. Gritaba desesperada con cada nuevo orgasmo. Gritaba con todas sus fuerzas, fuera de sí. Gritaba tanto que realmente llegué a asustarme. Pero desesperado no podía parar.
Cuando pensaba que ella no podía más, pues ya no gritaba, ella se salió y arrancándome el condón de un tirón comenzó a comérmela desesperadamente. Casi al instante explote en su boca. El semen comenzó a salir disparado por las comisuras de su boca. No paró hasta que salió la ultima gota.
– Es la primera vez que se me corren en la boca. Pero ya no había más opción.- dijo limpiandose
Yo no podía hablar mientras terminaba de correrme. Cogí mi polla masturbándome y sacando las ultimas gotas. Ella las chupo indecisa.
– Para la próxima necesitamos más tiempo.
– Para la próxima acabo en el hospital.- Dijo riendo.
Acabé teniendo que hacer muchas visitas de mantenimiento por humedades.