Helena y mis compañeros de oficina en casa

Helena y mis compañeros de oficina en casa
Helena y mis compañeros de oficina en casa

Helena y yo habíamos estado hasta muy tarde en la oficina; algunos de nuestros compañeros querían hacer una breve celebración por Fin de Año.

Casi cerca de la medianoche, ya con bastante alcohol en el cuerpo, le pedí a Helena que nos fuéramos a casa, ya que la reunión se estaba poniendo algo aburrida. Ella estaba un poco mejor que yo a esa altura de la noche; a mí me costaba caminar derecha; estaba un poco mareada y ese detalle fue notado por Sergio y Daniel, dos de los tipos más audaces del grupo.

Ambos se me acercaron para brindarme ayuda y me ofrecieron llevarme a mi casa. Pero yo sabía de memoria que sus oscuras intenciones, que eran solamente enfiestarme y cogerme aprovechando mi horrendo estado etílico.

Los rechacé diciendo que me iría con Helena, pero entonces redoblaron la apuesta, ya que a mi amiga le tenían muchas más ganas todavía.
Insistieron tanto que finalmente acepté su oferta. Helena también estaba bastante caliente esa noche y me susurró que en casa lo podíamos pasar mejor en compañía de estas dos aves rapaces…

Estaba realmente cansada, así que me desperté recién al llegar a mi casa.
Ambos maridos nuestros habían coincidido en ausentarse de la ciudad, así que mi amiga Helena también estaba sola ese fin de semana.

Los dos tipos insistieron en pasar por una última copa y naturalmente Helena aceptó encantada, mientras pensaría seguramente cuál de ellos le tocaría a la hora del reparto.

Pero eso mismo lo decidieron ellos, ya que, apenas entramos al salón, Sergio se acercó demasiado a mi espalda, tomándome por la cintura y apoyándome todo su duro paquete entre mis nalgas, mientras Daniel se quedaba atrás acariciando a Helena.
En un abrir de ojos ellos dos desaparecieron de mi vista, encerrándose en el cuarto de huéspedes.
Mientras Sergio servía unos tragos, comencé a oír los gemidos de Helena, que evidentemente ya la estaba pasando muy bien con Daniel.

“Vas a cogerme, nene?”. Le pregunté a Sergio mirándolo fijo a los ojos.
“Vas a dejarme que te coja, nena?”. Me contestó con una mirada lasciva.

Por toda respuesta me desprendí la pollera del conjunto que traía puesto, quedando solamente con mis medias de nylon, tacos altos y mi blusa.

Sus ojos fueron directamente a mi pubis depilado, seguramente no esperaba que yo fuera el estilo de mujer que no usa ropa interior…

“Sabía que eras una perra, Anita, pero no me imaginé que tanto”. Dijo.

Sacó su cámara de fotos de un bolsillo, diciéndome que no quería perderse detalle de lo que iba a suceder a partir de ese momento.
Mientras comenzaba a filmar, me puse de rodillas y fui gateando hasta él.

Mi mano bajó la cremallera, le bajé los pantalones y su slip. Con mis dos manos aferré sus nalgas y me metí su verga erecta hasta el fondo de mi garganta. Se la chupé durante un largo rato, mientras los aullidos y alaridos de Helena en la otra habitación, me decían que estaba disfrutando de una buena sesión de sexo anal con Daniel.

Cuando me cansé de chuparle la pija a Sergio me puse de pie, giré y separé mis nalgas con mis manos, ofreciéndole en silencio mi culo, allí mismo en el medio del salón.
Sentía mi concha completamente húmeda, pero esa noche tenía ganas de que me rompieran el culo a mí también.

Sergio apoyó su cámara en la mesa y luego me tomó por las caderas, haciéndome inclinar hacia adelante. Enseguida sentí que su masiva verga se abría paso a través de mi esfínter, llenando completamente mi ano.
Se quedó así unos instantes y luego comenzó a bombearme sin pausa, sin prisa y sin piedad.

Me bombeó la cola durante un buen rato, arañándome las caderas con sus manos y acariciándome las tetas a través de la tela de mi blusa.
Tuve un orgasmo mientras sentía su poderosa pija entrar y salir de mi ahora dilatado culo.
Eso aceleró su calentura también, ya que comenzó a moverse más rápido y en apenas unos segundos más pude sentir que se vaciaba dentro de mí.

Estuvo dándome unos cuantos empujones más con sus caderas, hasta que derramó la última gota de semen dentro de mi culo.
Luego se salió con mucha suavidad y enseguida se volvió a vestir.

En ese momento regresaron Helena y Daniel. Ella con una cara de haber sido muy bien cogida y él con la satisfacción de haber acabado en ella.

Daniel se acercó a mi cuerpo todavía semidesnudo, metió sus dedos entre mis labios vaginales húmedos y me dijo:

“La próxima vez me toca a mí disfrutar de vos, perra”.

Nunca pude recordar lo que siguió después. A la mañana me desperté con la cabeza de Helena entre mis piernas, sintiendo el calor de su lengua entre mis labios vaginales y mi clítoris pidiendo a gritos algo de acción…

“Te recomiendo a Daniel para la próxima vez, amiga; nunca nadie me rompió el culo tan bien como ese hijo de puta” Dijo Helena sonriendo sin dejar de lamer…

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